ALFONSO ROJO: "LOS REPORTEROS DE GUERRA SON UNA ESPECIE EN EXTINCIÓN"



Escribe Nobel Clemar Passaglia
En su nuevo libro "Al filo de la navaja", el ex corresponsal de guerra Alfonso Rojo narra sus experiencias como tal y reflexiona acerca del pasado, presente y futuro de una disciplina periodística que, asegura, "es una especie en extinción".

Con más de cuarenta años de profesión, de los cuales dedicó treinta a andar por el mundo para relatar desde el terreno las atrocidades de la guerra, el ahora director de Periodista Digital, columnista del diario La Razón y tertuliano de varias televisiones, es el tipico corresponsal de guerra que suele verse en las películas bélicas de Hollywood: audaz, inteligente y desenfadado, pero siempre sensible a los inenarrables sufrimientos de quienes se encuentran en medio del horror de los conflictos armados.

Aquel joven licenciado en Derecho que arrancó su carrera periodística en 1976 como fotógrafo de Diario 16 y para el que tuvo que cubrir la guerra civil en Nicaragua, donde convivió con los guerrilleros sandinistas a riesgo de ser fusilado en cualquier momento, pasó en 1989 a formar parte del equipo fundador de El Mundo, diario en el que terminó de desplegar todo su potencial para una de las profesiones más arriesgadas.

Como corresponsal de El Mundo le tocó cubrir la Guerra del Golfo en 1991, la Guerra de Irak en 2003, Afganistán y otros sitios desde donde sus reportes no siempre eran fáciles de transmitir y en los que el riesgo de morir estaba siempre a un paso.

Así tuvo que reportar la disolución de la ex URSS, la caída del Muro de Berlín y la revolución rumana que derribó el régimen estalinista de Nicolae Ceaușescu, entre otros conflictos, siempre con un alto grado de profesionalismo y su estilo de adolescente bromista que no pierde.

Todo por una profesión que describe con precisión en su libro y en el que hace no sólo un conmovedor relato de lo vivido entre el olor de la cordita y de la sangre, el dolor de la muerte de sus colegas en el ejercicio de su trabajo y en medio de todas las miserias que la guerra trae con ella, sino también un ajustado análisis del presente y el futuro de las corresponsalías de guerra, que -como él mismo afirma, por los avances tecnológicos y otros factores- "están en extinción".

Con su "Al filo de la navaja", este periodista al que no le tiembla la lengua para decirle "chorizo" en la cara y frente a una cámara de televisión a un político con aspiraciones presidenciales, ni arruga a la hora de decir lo que un periodista debe decir sin importar las conveniencias (sobradas muestras da día a dia en el medio digital que dirige, en sus columnas del diario La Razón o en las tertulias televisivas de mayor audiencia), echará más luz sobre una disciplina periodística que siempre tuvo como principio y fin informar lo que pasa en las guerras y denunciar sus crueldades para que éstas terminen lo antes posible y aquellos que cometan crímenes de guerra puedan ser descubiertos y condenados.

Aunque muchos más-papistas-que-el-Papa (que por cierto parecen extenderse por estos días como la enredadera) digan que los corresponsales de guerra son "personajes perversos" que "lucran y gozan con el dolor ajeno". Nada más lejos de la verdad.


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