EL DOLOR DE LA DECENCIA



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Santiago Pinetta es el periodista que destapó, con su libro "La Nación Robada", el millonario fraude de IBM-Banco Nación, uno de los mayores escándalos de corrupción política que conoció el país. Hoy mendiga en el subte.

¿Por qué? No se corrompió. No se dobló. No cedió a las coimas, a las amenazas, a las trompadas que le hicieron perder dientes, a los tajos del bisturí con el que le grabaron "IBM" en el pecho, a las múltiples fracturas que lo tuvieron hospitalizado siete meses. No arrugó. Nunca. Y se quedó sin trabajo. Lo dejaron sin trabajo.

Después de sacar a la luz esos chanchullos del Gobierno -que fueron el único caso de corrupción a gran escala en el Estado en el que la Justicia, aunque no dejó a nadie preso, pudo recuperar parte de las coimas, unos siete millones de dólares- nunca más pudo trabajar en los medios.

Hoy, pisando los 85 años, debilitado y sin jubilación "porque -dice- casi siempre me pagaron en negro y nunca me hicieron los aportes", vive de lo que algún alma generosa le deja al pasar en la mano flaca y con color de enfermo que estira con humillación en las estaciones del subte. "Tengo que hacer esto porque no tengo plata para comer y comprar los remedios", le dijo a un cronista de TN que lo "descubrió"en su "lugar de trabajo".

A pesar de haber escrito desde 1945 en los diarios Clarín, La Nación, La Razón, El Mundo, Crítica, El Informador Público y la revista Primera Plana desde su primer número, hoy tiene que mangar en el subte. A pesar de haber trabajado en radio y televisión, haber sido corresponsal de medios extranjeros, ser autor de libros como "El final de un brujo" (acerca de López Rega y la Triple A) y "La Nación Robada", el libro que revela las maniobras de corrupción en la informatización del Banco Nación durante el gobierno de Carlos Menem, hoy tiene que mangar en el subte para poder comer.

A pesar de recitar en inglés a Shakespeare o en francés a Rimbaud, hoy manga en el subte para que alguien que no lo conoce y lo ve como un mendigo más, le tire unas chirolas que le permitan pagarse una sopa en el bodegón más cercano.

¿Lo descubrieron recién ahora sus "colegas" periodistas? No. ¿Sabían de Santiago y su drama? Sí. ¿Algún medio se acordó de la honradez, valentía y calidad profesional de Santiago y le dio trabajo? Salta a la vista que no. Pero, hipocresías aparte, Santiago vuelve, cada cuatro o cinco años, a ser noticia jugosa. Todo lo que conmueve, vende. Hasta que vende. Después, a otro drama que siga disparando las ventas. Y si te he visto, Santiago, no me acuerdo.

En septiembre de 2004, Jorge Urien Berri le hace una entrevista para La Nación, diario en el que Santiago había trabajado, en la que el ahora mendigo dice: "...después (del caso IBM), nunca más conseguí trabajo en serio, sólo tareas mal remuneradas. Casi todos mis trabajos los he cobrado en negro, por eso no tengo jubilación". Trece años pasaron desde esa entrevista. Y hoy manga en el subte para poder comer y comprarse los remedios. Una dolorosa postal del mal pago, la ingratitud, la cobardía, la hipocresía, el olvido y todas las miserias habidas y por haber que campan en la "sociedad" actual.

Muchos periodistas veteranos sabemos de lo mucho que a Santiago le ha costado su genuina vocación periodística y de lo que debe sentir su alma por verse en estas condiciones, anciano y sin medios de subsistencia dignos, después de haber dado el cuero a la profesión. Si hasta le dicen, por verlo en ese estado, que ya no es periodista, como si ser periodista fuera un estado laboral que cesa cuando no se tiene la chapa de un medio. Una suerte de caspa; que va o que viene según el champú que se esté usando.

Los periodistas que honramos esta profesión y los valores que entraña, el compromiso y las pérdidas que conlleva, los desprecios e ingratitudes que acarrea, sabemos qué siente Santiago y por qué no vendió ni alquiló nunca su honra, su dignidad. Y lo miramos como una foto de la decencia. O, mejor dicho: del dolor de la decencia.

3 comentarios :

  1. Esta es una muestra mas de dos cosas ...de que todo vale un mango para la mayoría , aunque se cubran con la bandera de la justicia , abandonan a un colega que nunca perdió el honor y el coraje , si , lo abandonan a su suerte protegiendo su continuidad ....claro los entiendo ...saben que si dicen la verdad a lo que cueste , seguro Nadie le hará la gamba ...solo algun Peridista bohemio y con los cajones que se debe tener divulgará la verdad ..pero claro , más vale callar que dormir con una sonrisa por el placer del deber cumplido pero con la panza chillando . Lo que seguro no saben es que en el último metro de la vida sólo quedará sobre la tierra el recuerdo del honor y eso vale mucho más que alguna escritura . Walter Gini

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    1. Eduardo Berlingieri14 de marzo de 2017, 21:43

      Walter Gini, coincido 100x100 en lo que comenta. El honor es lo único que quedará al final. Los que dejaron en la calle a este periodista y lo olvidaron no creo que lo tengan. Todo es plata pare esas personas.

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    2. Juan Carlos Blázquez15 de marzo de 2017, 18:24

      Walter Gini, de acuerdo 100x100. El honor es lo unico que queda al final. Este periodista es una clara muestra de ello.

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