¿SE PASA DE LA RAYA EL FEMINISMO?











 
"Visitar los grandes museos europeos puede dejar sin aliento; raptos, violaciones, humillaciones y toda clase de vejaciones hacia las mujeres están ampliamente representadas en cuadros, dibujos y esculturas y obedecen a una ideología visual en la que la situación social de la mujer queda explícitamente agraviada", dice la feminista Concha Mayordomo en un artículo publicado en el diario El País, donde sostiene que las mujeres que aparecen en las obras de los más grandes maestros de la pintura universal son sometidas a violencia de género.

Para Mayordomo, contemplar un Rubens, un Tintoretto, un Goya "no es una experiencia gratificante, independientemente de la perfección técnica, el tratamiento del color, el equilibrio en la composición, el ritmo, la luz, la atmósfera".

Según la espontánea "crítica de arte", los grandes maestros de la pintura de los siglos XVI y XVII "eran misóginos" que hacían aparecer a la mujer como un mero objeto de placer para los hombres o simbolizando el poder de éstos para someterlas con violencia a sus deseos o a humillaciones por su condición de mujer.

"Raptos, violaciones, humillaciones y toda clase de vejaciones hacia las mujeres están ampliamente representadas en cuadros, dibujos y esculturas", dice. Y lo afirma en una antojadiza interpretación: "En la mitología, el rapto era un acto razonablemente legitimado, cuyas víctimas propiciatorias solían ser jóvenes vírgenes, o bien mujeres honestas que los pintores de todas las épocas —incluido Pablo Picasso— han representado de manera misógina para uso y disfrute no sólo de los cuerpos esteriotipados (sic) por los gustos de la época, sino también como demostración de la fuerza y la razón del género masculino frente al definido como débil".

Para ejemplificar lo que entiende por lesivo para la dignidad de la mujer en las pinturas que desde hace más de cuatro siglos forman parte del patrimonio cultural de la humanidad, la feminista incluye en su artículo imágenes de algunas de esas obras. Entre ellas, el óleo Susana y los viejos, de Tintoretto.

Respecto de esta pintura, que se conserva en el Museo de Historia del Arte de Viena, Mayordomo dice que "el pintor se esmera en presentar a una mujer en su espacio íntimo, cosificada y expuesta para su contemplación, no sólo para los rijosos que aparecen en la escena, también para todo aquel que contemple el cuadro".

Y añade: "Estos hechos seguramente continuarían con una violación. Raptos, vulneración de la intimidad o calumnias pueden ser vistas en otras muchas obras maestras que componen la historia del arte con mayúsculas estetizando la violencia de género, por ello es importante que la belleza que encierran no desvíen la atención de que somos testigos también de la representación de delitos infames".

Así que, advertidos los lectores, y para no arriesgarse a ser acusados de consentir la violencia de género por la nueva inquisición feminista, todo aquel que visite los grandes museos de Europa deberá saber que lo que está viendo en las pinturas de Tintoretto, Goya u otros grandes de la pintura universal, no es lo que ve, sino lo que Concha Mayordomo quiere que vea.


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